El México que ha votado por Peña Nieto no es el mismo México que, hace
doce años, desalojó del poder al PRI y que ahora se lo devuelve. Este es un
país hoy, con casi 12 millones de pobres más, con un sistema educativo cada vez
en un nivel más bajo en el Informe PISA, una economía que crece cada vez menos
y con un saldo de 50.000 muertos en una guerra contra el narcotráfico
totalmente errática.
Ese México que ha abandonado al PAN que ha gobernado los últimos doce años
y que ha repartido sus votos entre una izquierda, encabezada con mucho éxito,
por López Obrador y Enrique Peña Nieto, candidato priista, ganador de la
contienda y futuro presidente de los Estados Unidos de México.
Enrique Peña Nieto (Atlacomulco, Estado de México, 1966) el hombre
encargado de devolver el poder al PRI pertenece a la tercera generación de una
de esas familias que lo han sido todo en la formación que gobernó el país
durante 70 años. Esos dinosaurios de la política mexicana que lo hicieron con
guante de hierro, permitiendo que la línea que separa partido-Estado fuera del
todo invisible para sus intereses. Su futuro seguramente fue diseñado ya desde
que estaba en el vientre de su madre y fue criado con esmero para ser
gobernador; y, de ser posible, Presidente.
Su vida privada es digna de cualquier telenovela que tanto gustan a las
mexicanas y mexicanos: viudo, hijos fuera del matrimonio y casado en una
segunda boda con una actriz de culebrones. En un país como el nuestro donde la
vida privada de los candidatos se mantiene en la intimidad y no influye a la
hora de acudir a las urnas, resulta chocante hablar tan abiertamente de la vida
privada del presidente electo mexicano. Pero ni el candidato se entendería sin
ella, ni la política mexicana es la misma.
Se supone que fruto de la influencia que la televisión tiene en su vida,
ésta ha acabado convirtiéndose en una de sus mayores plataformas a la hora de
conseguir el voto y promocionar su imagen. En un país donde millones de
personas viven de las fantasías de las telenovelas, Enrique Peña ha sabido
vender su vida como un cuento de hadas hecho realidad y convertirlo en votos.Y
con Televisa, la primera cadena de televisión del país azteca a su servicio,
todo ha sido mas fácil.
Pero paradójicamente sigue siendo un desconocido para muchas y muchos
mexicanos, incluso para esas y esos que le han votado. Ideológicamente termina
sin definirse; ha sabido atraer el voto de los desencantados de la derecha y de
votantes de izquierda desengañados con los que ellos consideran el radicalismo
de López Obrador o por las luchas internas de los “perredistas”. Su único dogma
es el pragmatismo y lo apuesta todo a los resultados.
Gobernador del Estado de México durante los últimos seis años, a lo largo
de la campaña electoral ha vendido sus supuestos logros en el cargo, pero ha
querido pasar por alto hechos tan graves como la condena a 52 policías de
abusar sexualmente de varias mujeres detenidas durante una revuelta popular. Las
denuncias de violación de los derechos humanos también se han acumulado durante
su sexenio al frente del EDOMEX. A todo esto tenemos que unir una economía que
no crecía lo suficiente, con altos índices de desempleo y desigualdad social y
un pésimo manejo de todo lo relacionado con el Medio Ambiente y la sostenibilidad;
un crecimiento urbano desordenado, modificación del paisaje rural,
sobreexplotación de los recursos acuíferos o una contaminación galopante. Por
el contrario, ha mantenido unas excelentes relaciones con las elites
empresariales y con la Iglesia Católica.
El nuevo presidente mexicano es un hombre ambicioso, autoritario y buen
negociador, siempre que resulte beneficioso para alcanzar cuotas mas altas de
poder. Un tecnócrata neoliberal a favor de la menor intervención del Estado en
la economía y el aumento de las privatización. Aunque muy falto de formación
intelectual, como quedó demostrado en la Feria del libro de Guadalajara cuando
confundió autores y obras. Hay que reconocerle ser de esa clase de hombres, no
se si inteligentes o lo suficientemente listos, como para llegar a donde
quieren sabiendo deshacerse a tiempo de todos sus enemigos. Ha sabido hacerse
con el control del PRI, quitando de en medio a varios barones que le hacían
sombra o que se habían convertido en un lastre para esa nueva imagen que del
partido quieren vender Peña Nieto y su equipo. También ha sabido rodearse de
gente muy capaz para sus propios intereses, aunque dudo mucho que éstos vayan a
coincidir con los de esos 60 millones de pobres de México.
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