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viernes, 6 de julio de 2012

Peña Nieto, de la "dictadura perfecta" a la "democracia imperfecta"

El México que ha votado por Peña Nieto no es el mismo México que, hace doce años, desalojó del poder al PRI y que ahora se lo devuelve. Este es un país hoy, con casi 12 millones de pobres más, con un sistema educativo cada vez en un nivel más bajo en el Informe PISA, una economía que crece cada vez menos y con un saldo de 50.000 muertos en una guerra contra el narcotráfico totalmente errática.

Ese México que ha abandonado al PAN que ha gobernado los últimos doce años y que ha repartido sus votos entre una izquierda, encabezada con mucho éxito, por López Obrador y Enrique Peña Nieto, candidato priista, ganador de la contienda y futuro presidente de los Estados Unidos de México.

Enrique Peña Nieto (Atlacomulco, Estado de México, 1966) el hombre encargado de devolver el poder al PRI pertenece a la tercera generación de una de esas familias que lo han sido todo en la formación que gobernó el país durante 70 años. Esos dinosaurios de la política mexicana que lo hicieron con guante de hierro, permitiendo que la línea que separa partido-Estado fuera del todo invisible para sus intereses. Su futuro seguramente fue diseñado ya desde que estaba en el vientre de su madre y fue criado con esmero para ser gobernador; y, de ser posible, Presidente.

Su vida privada es digna de cualquier telenovela que tanto gustan a las mexicanas y mexicanos: viudo, hijos fuera del matrimonio y casado en una segunda boda con una actriz de culebrones. En un país como el nuestro donde la vida privada de los candidatos se mantiene en la intimidad y no influye a la hora de acudir a las urnas, resulta chocante hablar tan abiertamente de la vida privada del presidente electo mexicano. Pero ni el candidato se entendería sin ella, ni la política mexicana es la misma.

Se supone que fruto de la influencia que la televisión tiene en su vida, ésta ha acabado convirtiéndose en una de sus mayores plataformas a la hora de conseguir el voto y promocionar su imagen. En un país donde millones de personas viven de las fantasías de las telenovelas, Enrique Peña ha sabido vender su vida como un cuento de hadas hecho realidad y convertirlo en votos.Y con Televisa, la primera cadena de televisión del país azteca a su servicio, todo ha sido mas fácil.

Pero paradójicamente sigue siendo un desconocido para muchas y muchos mexicanos, incluso para esas y esos que le han votado. Ideológicamente termina sin definirse; ha sabido atraer el voto de los desencantados de la derecha y de votantes de izquierda desengañados con los que ellos consideran el radicalismo de López Obrador o por las luchas internas de los “perredistas”. Su único dogma es el pragmatismo y lo apuesta todo a los resultados.

Gobernador del Estado de México durante los últimos seis años, a lo largo de la campaña electoral ha vendido sus supuestos logros en el cargo, pero ha querido pasar por alto hechos tan graves como la condena a 52 policías de abusar sexualmente de varias mujeres detenidas durante una revuelta popular. Las denuncias de violación de los derechos humanos también se han acumulado durante su sexenio al frente del EDOMEX. A todo esto tenemos que unir una economía que no crecía lo suficiente, con altos índices de desempleo y desigualdad social y un pésimo manejo de todo lo relacionado con el Medio Ambiente y la sostenibilidad; un crecimiento urbano desordenado, modificación del paisaje rural, sobreexplotación de los recursos acuíferos o una contaminación galopante. Por el contrario, ha mantenido unas excelentes relaciones con las elites empresariales y con la Iglesia Católica.

El nuevo presidente mexicano es un hombre ambicioso, autoritario y buen negociador, siempre que resulte beneficioso para alcanzar cuotas mas altas de poder. Un tecnócrata neoliberal a favor de la menor intervención del Estado en la economía y el aumento de las privatización. Aunque muy falto de formación intelectual, como quedó demostrado en la Feria del libro de Guadalajara cuando confundió autores y obras. Hay que reconocerle ser de esa clase de hombres, no se si inteligentes o lo suficientemente listos, como para llegar a donde quieren sabiendo deshacerse a tiempo de todos sus enemigos. Ha sabido hacerse con el control del PRI, quitando de en medio a varios barones que le hacían sombra o que se habían convertido en un lastre para esa nueva imagen que del partido quieren vender Peña Nieto y su equipo. También ha sabido rodearse de gente muy capaz para sus propios intereses, aunque dudo mucho que éstos vayan a coincidir con los de esos 60 millones de pobres de México.


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