Liechtenstein, ese país de
fonética impronunciable para la mayoría de los españoles es un pequeño
principado enclavado entre Austria y Suiza. Un país de cuento, regido por un
monarca todopoderoso como los de los cuentos. Un Estado de apenas 160 km, cuyo sistema
político se asemeja al feudalismo medieval.
El principado es una de las
10 monarquías constitucionales que se mantienen en Europa. Aunque oficialmente
su jefe de Estado es el príncipe Hans Adam II, éste delegó hace menos de un lustro en su primogénito
Alois, todas sus responsabilidades diarias. Responsabilidades tales como
nombrar los jueces, nombrar o destituir a los miembros del ejecutivo, conceder
medidas de gracia o vetar cualquier ley que apruebe el gobierno.
Y aun así, el pasado 1 de
julio, un 76% de los súbditos (no tienen rango de ciudadanos) votaron a favor
de mantener los poderes cuasi absolutos del monarca. Para el segundo país mas
rico del mundo, cuyo PIB se sustenta con un 30%
de dinero de procedencia incierta , apoyar a la Casa Real significaba
apostar por la estabilidad económica, teniendo en cuenta que el monarca es
propietario del LGT, el mayor banco del país, que emplea a 1.500 personas en un
estado de tan solo 36.000, y una cantidad ingente de empresas y terrenos. El
paraíso fiscal donde no existe la prima de riesgo, ni el paro, la familia real
es el mayor de los negocios y no están dispuestos a perderlo.
Pero la historia de este
referéndum empieza hace mas de un año. En Liechtenstein las mujeres no pudieron
votar hasta 1984 y es un país gobernado por un monarca ultracatólico, donde un
grupo de ciudadanos logró el suficiente número de firmas para someter a
referéndum una ley que despenalizara el aborto en las primeras 12 semanas de
gestación. El príncipe amenazó con vetar cualquier ley aprobada en tal sentido.
Una vez mas, el consejero delegado de esta empresa llamada Liechtenstein se
salía con la suya. Pero esta vez, se encontró con unos trabajadores
respondones, que no estaban dispuestos a dejar de luchar. La plataforma a favor
de el aborto decidió plantear otra consulta para acabar con la potestad del
monarca de deshacer leyes a su antojo.
Su eslogan de campaña “Sí,
para que tu voto cuente” se enfrentaba a uno muy propio de otra época y de
otros regímenes. “Por Dios, el Príncipe y la Patria”. Alois, el príncipe
heredero, amenazó durante la campaña con abandonar su cargo y hasta con el
exilio en Viena, una especie de deslocalización donde institución y negocios
van de la mano. Algo con lo que su padre ya amenazó en 2003, acusado de
despotismo.
Solo un 24% de los
ciudadanos han apostado por la democracia frente al amor a Su Alteza Serenísima. Mientras la “primavera árabe”
colma las aspiraciones democráticas de los ciudadanos de países como Túnez,
Marruecos o Egipto, en Europa la democracia ha entrado en crisis, en algunos
casos por políticas económicas
ineficientes e injustas y en otros porque la prosperidad se antepone a la
libertad.
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