“Quiero tranquilizar al pueblo, el
país está en buenas manos”. Estas fueron las palabras con las que Rached
Ghanuchi, líder del Ennahda, inauguraba el primer congreso que la formación
celebra en Túnez en 24 años.
El partido del primer ministro Hamadi Jebalha ha congregado en la capital
tunecina a toda la internacional islamista, moderados y radicales. Han venido
delegaciones de todos los países árabes a un acontecimiento muy simbólico para
la historia del país y para todo el mundo árabe. Da fe de ello los mas de 500
periodistas tunecinos y extranjeros acreditados para la ocasión.
El congreso se celebra en un contexto
de tensiones políticas y religiosas y con una grave crisis social y económica. Los
alrededor de 1.100 delegados tienen por delante la difícil tarea de llegar a un
equilibrio entre las dos grandes orientaciones en las que está dividido el
partido.
Si alguien pensaba que Hamadi Jebalha
podía ser el Erdogân tunecino estaba muy equivocado. El “neolaicismo” del
primer ministro turco no es un modelo a seguir para él; aun así, el primer
ministro representa el ala mas moderada de los islamistas. Aboga por la
islamización del Estado a paso lento, utilizando la política de lluvia fina que
acabe por calarlo todo.
Enfrente, otra corriente con apoyo de
gran parte de la base del partido, mas radical que la dirección del mismo, que
aboga por la aplicación inmediata de la Sharia y empezar ya la yihad contra todo aquello que ellos
consideran un símbolo occidental. Son un sector del partido de tinte
neofascista que manipula el Corán, vinculado a grupos salafistas magrebíes y
que recibe ayuda económica de las monarquías de la península arábiga. Aunar sensibilidades promete ser
tarea difícil; Rached Ghanuchi el “Jeque” deberá ejercer, una vez mas, como ese
líder capaz de aglutinar a las diferentes corrientes.
Bajo la presidencia del ministro de
Salud, Abdellatif Mekki, los congresistas reunidos este fin de semana tienen que enfrentarse a varias
cuestiones mas y no menos importantes:¿movimiento o partido? Cambiar el método
de elección de sus lideres?, ¿qué tipo de sistema institucional proponen?, ¿parlamentario
o presidencial?, ¿hasta dónde se puede ceder en las futuras alianzas con los partidos
no religiosos?
Se avistan elecciones en un horizonte
no muy lejano, así que es tiempo de cerrar filas; el aplazamiento de los
conflictos y la continuidad de los lideres del partido. Salvo la incorporación
de algún que otro nombre que ha conocido el exilio, la actual ejecutiva de los
islamistas contará con muy pocas caras nuevas. Pase lo que pase en este congreso,
habrá un antes y un después, al menos para Túnez.
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