John Atta Mills, “el
maestro”, murió repentinamente el pasado 24 de julio. Apenas cumplidos los 68
años, nos dejaba el jefe de Estado de Ghana y uno de los lideres mas respetados
del continente; a la altura de aquellos que él tuvo como modelos para la acción
política, como fueron Nelson Mandela, Julius Nyerere y Kwame Nkrumah, líder de
la independencia ghanesa.
John Atta Mills, presidente
de un país africano con la mitad de superficie de España y un PIB similar al de
Castilla La Mancha, se ha codeado a lo largo de su mandato con los principales
lideres internacionales. Desde Ángela Merkel a Obama, pasando por el chino Wen
Jiabao, que al igual que para otros países africanos representa crédito y obras
publicas. Algo que no está al alcance de la mayoría de los líderes africanos.
Pero Atta Mills era presidente
de Ghana, el segundo país del mundo que mas creció después de Catar en el 2011;
con 220.000 barriles de petróleo brotando de sus aguas, es un oasis de
estabilidad política al que Occidente quiere convertir en modelo a seguir para
sus vecinos del Golfo de Guinea.
Desde 1992, el país ha
disfrutado de una estabilidad política envidiable, en una región marcada
precisamente por lo contrario. Costa de Marfil, Liberia o Nigeria son claros
ejemplos de ello. Desde hace dos años con Atta
Mills gobernando el país, el despegue económico ha llevado a Ghana a la portada
de muchos periódicos de páginas sepias. Portadas que hablan de hoteles de lujo,
puertos deportivos y tiendas de marca.
Un desarrollo económico que
ha dado lugar al surgimiento de una clase media que se ha ido expandiendo alrededor
del barrio de Osu, cerca del palacio presidencial. Profesionales independientes
y artistas en una zona de Accra, en plena revitalización urbanística.
Pero también hay otra Ghana;
la que no ven los líderes extranjeros cuando visitan el país. La Ghana que
queda en manos de John D. Mahama, hasta ahora vicepresidente, y que ocupará la
presidencia de manera interina hasta que se celebren las próximas elecciones
dentro de cinco meses.
Un país de 24 millones de
habitantes, repartidos a partes iguales entre cristianos y musulmanes, de los
cuales casi tres siguen viviendo en chabolas y con miles de niños (50.000
solamente en la capital) explotados laboral y sexualmente.
Si bien los índices
sociosanitarios y educativos han dado un salto cuantitativo en los últimos
años. La política aplicada desde el ministerio de salud, dirigido por S.K
Bagbin, ha sido reconocida desde todas las organizaciones internacionales y los
datos son claros: un plan de vacunación que ha alcanzado al 94% de los menores
de dos años, la reducción a la mitad de la mortalidad entre los menores de cinco y de las mujeres
que mueren en el parto. Ademas de la mejora en los datos en la lucha contra el
SIDA.
Si el nuevo gobierno que
salga de la urnas sigue el camino emprendido por Atta Mills, en 2015 Ghana es firme
candidato a alcanzar uno de los objetivos del milenio, la reducción a la mitad
del nivel de la pobreza. Un nuevo gobierno que saldrá
de las elecciones que se celebren el próximo mes de diciembre y en las que los
ghaneses elegirán al sucesor de Mills.
El gubernamental NDC tendrá
que elegir un nuevo candidato, después de que Mills fuera reelegido con el 97%
de los votos para encabezar el cartel electoral. Seguramente su rival en las
primarias, Nana A.K Rawlings, vuelva a presentar su candidatura. Enfrente, el
NPP de Akufo-Addo, el partido del elefante, la versión ghanesa del Partido
Republicano americano, con un programa electoral basado en el manifiesto
presentado en 2008. Y entre la derecha y la izquierda el CPP, un partido
bisagra, liderado por Samia Nkrumah, hija del líder de la independencia
ghanesa, con un programa electoral en el que constantemente se hace referencia
a la necesidad del “panafricanismo”.
Aunque el país es un oasis
de estabilidad económica y política, el sustituto de Mills en las urnas tiene
que enfrentarse a importantes retos. El mas grande, cómo manejar los ingresos
provenientes del oro negro, evitar el mal
holandés. Una cuestión de Estado a negociar con la oposición. Combinar
crecimiento y sostenibilidad, la cada vez mayor diferencia económica entre el
Norte y el Sur, el problema de los refugiados marfileños, una mayor inversión
en educación (especialmente en formación profesional) y en innovación y la
necesidad de que la mujer participe cada vez mas en la política y en la
económica del país, son solo una pequeña parte de los problemas a los que
tendrá que enfrentarse la presidenta o presidente que salga elegido de las
urnas el próximo mes de diciembre. Un difícil papel de sustituir a alguien tan
carismático como fue John Atta Mills.
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