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jueves, 26 de julio de 2012

Ghana, otra Africa si es posible: Los retos del sucesor de John Atta Mills


John Atta Mills, “el maestro”, murió repentinamente el pasado 24 de julio. Apenas cumplidos los 68 años, nos dejaba el jefe de Estado de Ghana y uno de los lideres mas respetados del continente; a la altura de aquellos que él tuvo como modelos para la acción política, como fueron Nelson Mandela, Julius Nyerere y Kwame Nkrumah, líder de la independencia ghanesa.

John Atta Mills, presidente de un país africano con la mitad de superficie de España y un PIB similar al de Castilla La Mancha, se ha codeado a lo largo de su mandato con los principales lideres internacionales. Desde Ángela Merkel a Obama, pasando por el chino Wen Jiabao, que al igual que para otros países africanos representa crédito y obras publicas. Algo que no está al alcance de la mayoría de los líderes africanos.

Pero Atta Mills era presidente de Ghana, el segundo país del mundo que mas creció después de Catar en el 2011; con 220.000 barriles de petróleo brotando de sus aguas, es un oasis de estabilidad política al que Occidente quiere convertir en modelo a seguir para sus vecinos del Golfo de Guinea.

Desde 1992, el país ha disfrutado de una estabilidad política envidiable, en una región marcada precisamente por lo contrario. Costa de Marfil, Liberia o Nigeria son claros ejemplos de ello. Desde hace dos años con Atta Mills gobernando el país, el despegue económico ha llevado a Ghana a la portada de muchos periódicos de páginas sepias. Portadas que hablan de hoteles de lujo, puertos deportivos y tiendas de marca.

Un desarrollo económico que ha dado lugar al surgimiento de una clase media que se ha ido expandiendo alrededor del barrio de Osu, cerca del palacio presidencial. Profesionales independientes y artistas en una zona de Accra, en plena revitalización urbanística.

Pero también hay otra Ghana; la que no ven los líderes extranjeros cuando visitan el país. La Ghana que queda en manos de John D. Mahama, hasta ahora vicepresidente, y que ocupará la presidencia de manera interina hasta que se celebren las próximas elecciones dentro de cinco meses.

Un país de 24 millones de habitantes, repartidos a partes iguales entre cristianos y musulmanes, de los cuales casi tres siguen viviendo en chabolas y con miles de niños (50.000 solamente en la capital) explotados laboral y sexualmente.

Si bien los índices sociosanitarios y educativos han dado un salto cuantitativo en los últimos años. La política aplicada desde el ministerio de salud, dirigido por S.K Bagbin, ha sido reconocida desde todas las organizaciones internacionales y los datos son claros: un plan de vacunación que ha alcanzado al 94% de los menores de dos años, la reducción a la mitad de la mortalidad  entre los menores de cinco y de las mujeres que mueren en el parto. Ademas de la mejora en los datos en la lucha contra el SIDA.

Si el nuevo gobierno que salga de la urnas sigue el camino emprendido por Atta Mills, en 2015 Ghana es firme candidato a alcanzar uno de los objetivos del milenio, la reducción a la mitad del nivel de la pobreza. Un nuevo gobierno que saldrá de las elecciones que se celebren el próximo mes de diciembre y en las que los ghaneses elegirán al sucesor de Mills.

El gubernamental NDC tendrá que elegir un nuevo candidato, después de que Mills fuera reelegido con el 97% de los votos para encabezar el cartel electoral. Seguramente su rival en las primarias, Nana A.K Rawlings, vuelva a presentar su candidatura. Enfrente, el NPP de Akufo-Addo, el partido del elefante, la versión ghanesa del Partido Republicano americano, con un programa electoral basado en el manifiesto presentado en 2008. Y entre la derecha y la izquierda el CPP, un partido bisagra, liderado por Samia Nkrumah, hija del líder de la independencia ghanesa, con un programa electoral en el que constantemente se hace referencia a la necesidad del “panafricanismo”.

Aunque el país es un oasis de estabilidad económica y política, el sustituto de Mills en las urnas tiene que enfrentarse a importantes retos. El mas grande, cómo manejar los ingresos provenientes del oro negro, evitar el mal holandés. Una cuestión de Estado a negociar con la oposición. Combinar crecimiento y sostenibilidad, la cada vez mayor diferencia económica entre el Norte y el Sur, el problema de los refugiados marfileños, una mayor inversión en educación (especialmente en formación profesional) y en innovación y la necesidad de que la mujer participe cada vez mas en la política y en la económica del país, son solo una pequeña parte de los problemas a los que tendrá que enfrentarse la presidenta o presidente que salga elegido de las urnas el próximo mes de diciembre. Un difícil papel de sustituir a alguien tan carismático como fue John Atta Mills.

























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