Es su oportunidad de dejar atrás la
frustración -públicamente reconocida- que le produjo no ser nombrado primer
ministro en 2004. Sonia Gandhi presidenta del Partido del Congreso, vetó su
nombramiento por miedo a que hiciera sombra a la familia mas poderosa de la
política india.
Y aunque Mukherjee es un hombre de la
total confianza de los “Kennedy indios”, no era la primera vez que su carrera
política se veía coartada por éstos. En 1984, nada mas fallecer Indira Gandhi,
el ahora presidente electo indio se postuló ante su hijo Rajiv para sustituirla
como primer ministro interino. El paso de Mukherjee no gustó nada a la familia
Gandhi, que durante tres años le mantuvo fuera de la elite del poder del
Partido del Congreso y nombraba a Rajiv, sucesor de su madre.
El que será presidente de la
democracia más grande del mundo va a sustituir a Pratibha Patil, la primera
mujer en ocupar el cargo y de la que se puede decir que ha pasado por él, de
puntillas, manteniendo un perfil bajo al que no están acostumbrados en el pais.
Patil se va del cargo siendo una desconocida para la mayoría de los habitantes
del país a pesar de su medio siglo de
dedicación a la política.
Tal y como se presenta la política
india en los próximos años, el presidente está llamado a desempeñar un papel
mucho mas influyente que el que le confiere la constitución. En 2014, se
celebran elecciones y el papel de los partidos regionales complica cada vez mas
la formación de gobiernos estables. El rol del presidente será fundamental a la
hora de llegar a acuerdos entre partidos de muy diferente signo político
político y religioso.
Pranab Mukherjee lo ha sido todo en
la política india. Puede hacer gala de una experiencia como pocos otros, dentro
del partido que viene dominando la política india desde su independencia. Ha
ocupado durante décadas un puesto en todos los gabinetes formados por el
Congreso Nacional Indio. Ministro de casi todo, ha tenido enfrente la dura
oposición de los nacionalistas del BJP, que aun así le ha dado el papel de
interlocutor con el gobierno y ha mostrado siempre su respeto y un reconocimiento
que ha negado al primer ministro Singh y a los demás miembros del gabinete.
Llega a la Presidencia desde el
ministerio de finanzas, donde se ha dejado parte de ese capital político que le
hará falta para afrontar los años de turbulencia política y económica que se
avecinan en India.
Él ha sido, junto al primer ministro
Singh, el impulsor de una política económica que ha convertido a la India en
una potencia económica. Durante años, el país ha crecido a un
ritmo de dos dígitos, las exportaciones han llenado el mercado mundial de
productos indios, ha florecido una clase media que en 2025 llegará a suponer el
40% de la población y la inversión en I+D han convertido al país en una
potencia en el campo de la sociedad de la información.
Pero este ministro, que concluyo la
presentación del último presupuesto nacional con una cita de Hamlet, tenia
enfrente de la tribuna a una oposición poco dispuesta a escuchar nada que
viniera del príncipe danés y sí en cambio a que citara a Dhirubbhai Hirachand
Ambani, presidente de Reliance, importante grupo industrial indio. Los
nacionalistas del BNJ, el Partido Comunista de la India, el Bahujan KIsan Dal y
la oposición en general esperaban que el ahora presidente
aclarase sus amistades peligrosas con el empresario. La prensa llevaba tiempo
desvelando presuntos tratos de favor desde el ministerio de finanzas y desde el
gobierno hacia las empresas del industrial bengalí.
Esperaban también que el que se disponía a abandonar
el ministerio, encargado de manejar la economía de 1.200 millones de habitantes,
aclarase cómo va a acabar con una corrupción endémica que afecta a todos los
niveles de la administración india y que dificulta la inversión de empresas
extranjeras en el país.
Pero no solo era la oposición la que esperaba,
sino el propio pueblo indio, también lo hace con respeto a su papel desde la
presidencia ante el nuevo ciclo económico que en breve llegará a la India. Después de 20 años hacia arriba, los índices empiezan
a bajar o por lo menos a mantenerse y además el país se divide en dos. El
desarrollo se centra en las ciudades, ha sido en las áreas urbanas donde se han
concentrado los sectores industriales y de servicios, el capital y la inversión
en infraestructura.
Desde el ministerio que Mukherjee ha ocupado estos tres últimos años apenas se ha invertido dinero en el desarrollo del sector primario y en las áreas rurales del país sus habitantes siguen viviendo en la mas absoluta pobreza. Además, ha habido una falta total de criterios de protección ambiental en la actividad económica, el crecimiento siempre se ha favorecido por encima de la sostenibilidad. Y si son muchos los retos económicos que India tiene por delante, y a los cuales Pranab Mukherjee tendrá que ayudar desde las colinas de Raisina, los políticos no lo son menos.
El Congreso Nacional se enfrenta dentro de dos
años a unas elecciones que tiene muy difícil ganar, con un BNJ adelantado en
las encuestas y con unos partidos regionales cada vez mas en auge. Si las
encuestas no se equivocan, Sonia Gandhi espera que Mukherjee haga valer sus dotes
como negociador o sus prerrogativas constitucionales para que el primer
ministro acabe saliendo de las filas del partido que preside.Y este tiene
nombre: Rahul Gandhi. También como su antecesora en el cargo se verá en la
disyuntiva de vetar o no leyes de carácter religioso propuestas por los
nacionalistas del BNJ y de mediar en conflictos entre las diferentes castas de
la sociedad india.
Pranab Mukherjee se convertirá en el decimotercer
presidente de la India y tiene por
delante el reto de presidir un elefante con pies de barro.
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