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jueves, 12 de julio de 2012

Argelia, 50 años sin visos de primavera


En la ciudad francesa de Evian-les-Bains, se firmaron el 18 de Marzo de 1962 los acuerdos de alto el fuego, que marcarían el inicio de la independencia de Argelia de los franceses, ocupantes de su territorio desde 1830. Dos referéndums mediante y tras un periodo de gobierno provisional dirigido por Ferhat Abbas, el pasado 5 de Julio Argelia accedía a la independencia y Ahmed Ben Bella era elegido el primer presidente del nuevo Estado africano.

El Frente de Liberación Nacional se convertía en partido único de un régimen presidencialista que apostaba por el socialismo autogestionario, el nacionalismo económico y un islamismo moderado. En política exterior se integraba en el grupo de los países no alineados que surgió tras la conferencia de Bandung en 1955.

El FNL tenia por delante la difícil tarea de poner en marcha una nación, de un territorio maltratado duramente por Francia durante los años que perduró la colonización, de dotar al pueblo argelino de una identidad muy desdibujada por el proceso de asimilación que sufrieron por parte de los franceses.

Económicamente los franceses expoliaron todas las riquezas naturales argelinas, además de las tierras. La colonia se hace con los mejores terrenos del país y los obreros agrícolas son sustituidos por la máquina. La población rural emigra a la ciudad, donde acaba convertida en esclava de los empresarios franceses: Los argelinos se ven obligados a buscar en Francia los empleos que Francia les niega en Argelia.

Francia dejó en manos del FLN un país sumido en la extrema pobreza, con un 80% de la población analfabeta y una salud pública inexistente. Durante los años que el país permanece bajo el dominio francés, a los argelinos se les niega el derecho al uso de su propio idioma y usa la religión para mantener al pueblo bajo control. En Argelia, Francia no puede permitirse ser Republicana en cuestión religiosa; eso queda reservado para la metrópoli.

Antes de obtener la independencia, varias fueron las veces que el pueblo argelino creyó había llegado el momento de crear una nación libre; la respuesta francesa siempre fue la represión brutal: la insurrección de Constantine se saldó con 45.000 argelinos muertos o desaparecidos.

La guerra de Argelia que condujo a la independencia acabó con 500.000 muertos, sin el reconocimiento de ambas partes respecto al uso de métodos de represión y tortura; como describía un titular de la época con una herencia de “miseria” que podía ser la explicación de muchos de los hechos que han ocurrido a posteriori.

Es el principio de la historia política de un país cuyo presente se enfrenta un futuro incierto. Después de las revueltas producidas en los países vecinos, las autoridades argelinas prometieron una primavera a la argelina, tranquila, sin violencia, muy distinta de las imágenes que llegaban desde Túnez o El Cairo. La oportunidad llegaba con las elecciones legislativas de mayo. Las novedades que iban llegando desde el gobierno nos hicieron creer que Argelia apostaba por una transición pacifica: se aceptaban observadores extranjeros, supervisión judicial, urnas trasparentes, cuota femenina y legalización de partidos políticos.

Sin embargo la “primavera argelina” pronto se quedó sin brotes; lo que tardaron en darse el resultado de las elecciones. El Frente de Liberación Nacional (FLN) y el Reagrupamiento Nacional Democrático (RND) conseguían una mayoría absoluta mucho mas abultada que la conseguida cinco años atrás que incluso les permitía prescindir de su aliado islamista en el gobierno. El Frente de Fuerzas Socialistas (FFS) y los islamistas más ortodoxos de Abdellah Yaballah, ilegalizados hasta ahora, eran los únicos partidos de la oposición que aumentaban en escaños. La izquierda se estancaba y la mayor sorpresa vino con los resultados obtenidos por la Alianza de una Argelia Verde (AAV), coalición de tres fuerzas islamistas.

Los islamistas de la AAV se daban por ganadores desde hacía semanas, pensando que el país seguiría la estela de los países vecinos. Pero no fueron los únicos que protestaron; desde la izquierda, Luiza Hanun, la Secretaria General del Partido de los Trabajadores, acusó de al gobierno de amañar los resultados en beneficio del FLN. Partidos políticos y organizaciones sociales, como sindicatos, periódicos y otros movimientos que llamaron al boicot de las elecciones se vieron reivindicados después de las mismas y creen que la única alternativa que le queda al pueblo argelino es seguir el ejemplo de Túnez o Egipto.

Está claro que en el proceso electoral, aunque validado por los observadores extranjeros y refrendado por las felicitaciones llegadas desde la antigua metrópoli, el resto de Europa y los EEUU persisten ciertas lagunas que hacen imposible dar por buenos los resultados. En un sistema proporcional como el argelino una mayoría tan abultada como la del FLN se hace imposible. En segundo lugar, el desgaste del gobierno sólo afecta al socio menor del gobierno, los islamistas del MSP; mientras, el FLN y el RND son premiados con mas votos y mas escaños.En tercer lugar, sorprende aún más el caso del FLN cuanto el partido sin el que no se entendería la historia argelina se encuentra desde hace mucho inmerso en una lucha interna entre diferentes corrientes y un comité central muy dividido. En cuarto lugar, el resultado obtenido por los partidos de izquierda FFS y PT más algunos partidos menores hubiera sido mucho mayor, de no haber existido esta presunta manipulación de los resultados electorales. Y por ultimo, desde el Ministerio del Interior se negaron a que los partidos pudieran estar en el escrutinio provincial y nacional; se les negó el acta electoral a los observadores extranjeros, además de alguna que otra deficiencia mas que proyectan una sombra sobre la nueva asamblea y sobre todo, sobre la verdadera voluntad democrática de Bouteflika.

Con estos resultados, no se puede decir que haya motivos para la esperanza. Es cuestión de tiempo de que acabe produciéndose una explosión social. Será la sublevación popular la que tenga que poner fin a un régimen que ha basado sus reformas en consolidar su status quo.



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