Hace 12 años nacía la República de Timor Oriental o Timor-Leste, después de
400 años de colonización lusa y un cuarto de siglo de ocupación
indonesia. Xanana Gusmao, que al igual que
otros mandatarios actuales había sido un importante cabecilla de la guerrilla
que luchó por la independencia y por los derechos del país, se convirtió en el
primer presidente de un Timor libre.
Gusmao ocupó la presidencia
hasta 2007 y desde entonces es primer ministro del país. En aquel momento, fue
candidato a las elecciones legislativas por un partido, el Congreso Nacional
para la Reconstrucción de Timor Este (CNRT), hecho a su medida.
Ramos-Horta, Nobel de la Paz
y Presidente de la República (el país se rige por una Constitución calcada a la
portuguesa) decidió designarle Jefe de Gobierno a pesar de que había sido el
Fretilin, la fuerza política que más escaños había conseguido en las
legislativas. Una coalición con otras dos fuerzas menores le permitieron jurar
el cargo en medio de una violencia callejera brutal, donde fueron quemados
varios edificios que albergaban agencias gubernamentales y diferentes ONG
internacionales. Los seguidores del Fretilin protestaban así por lo que consideraban
un fraude electoral, creyendo que eran ellos los que tenían que formar
gobierno.
Cinco años mas tarde, Xanana
Gusmao ha revalidado su cargo en las elecciones que se celebraron el viernes y
en las que su partido, aún a falta de resultados definitivos ha conseguido 30
escaños y se queda a nada de la mayoría absoluta en la Asamblea.
El Fretilin, el partido que
había ganado todas y cada una de las elecciones celebradas hasta ahora queda
relegado a un segundo puesto con 25 escaños.
Las mayores sorpresas de
estas elecciones han sido la entrada en el legislativo del Frente Mudança, con
2 escaños tras superar el mínimo del 3 % de los votos, y la desaparición de la
escena política del Partido Social Demócrata, Acçao Democrata Timorense y los
comunistas de Coligaçao Aliança Democrática.
El país, siguiendo el modelo
noruego, creó un Fondo del Petróleo, que consistía en invertir el dinero obtenido
de ese recurso y gastar sólo las ganancias conseguidas, eso sí de una manera
sostenible. Una Ley dejaba muy claro lo que se podía retirar del Fondo y para
qué se destinaría; la Ley de Ingreso
Sostenible Estimado (ISE) era la manera de garantizar que las generaciones
venideras tuvieran las ayudas necesarias en educación o sanidad.
Pero a lo largo de la
legislatura, el gobierno de Gusmao ha hecho uso varias veces de una cláusula
legal para incrementar las aportaciones del Fondo al presupuesto del Estado.Y si
bien es verdad que parte del dinero se ha invertido en proyectos de
infraestructuras, educativos o de salud, ha habido indicios de corrupción en el
manejo del mismo. Petróleo y corrupción han ido de la mano en los últimos años,
según han denunciado varias organizaciones no gubernamentales y desde el
banquillo de la oposición.
Por eso mismo, el tema
energético es un problema que el nuevo
gobierno de Gusmao tendrá que poner en su lista de prioridades. El país
necesita invertir en energías mas limpias y se necesitan aclarar todas y cada
una de las licitaciones que se concedieron a la explotación de los yacimientos
de gas y petróleo a empresas chinas, con tecnología antigua y altamente
contaminante. Y porque con la tecnología
china, también llegaron trabajadores chinos y los empleos que se reservaron los
timorenses fueron puesto de trabajo poco cualificados y peor pagados. Esto en
un país con unos índices de paro cercanos al 30%.
A la corrupción y al paro
hemos de sumarle los índices alarmantes de pobreza en los que vive un 40 % de
la población del país, el abandono de las zonas rurales, enfermedades que se
han convertido en endémicas, la malnutrición y una mortalidad durante la
maternidad propia de países africanos. Y todo esto en un país que
económicamente está creciendo a un ritmo de dos dígitos.
El nuevo gobierno tiene
cinco años por delante para corregir el rumbo de su modelo económico y hacerlo
mucho mas sostenible. Un país que crece a ese ritmo no puede permitirse seguir
manteniendo esos índices sociales. Y por supuesto, debe
emprender una reforma de la administración timorense que acabe con todo signo
de corrupción que haya en la misma.
Espero que el espíritu de
lucha por su pueblo y el carisma que acompañó a Xaxana Gusmao durante sus años
en la guerrilla aparezcan de nuevo y no defraude a un país que ha vuelto a
depositar sus esperanzas en aquel que fue el primer presidente del Timor-Leste.
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