El problema de sumarse a un club de ricos – aunque
sea venidos a menos - cuando aún no se es rico es que en la comparación con los
demás se acaba saliendo mal parado. Es lo que les ha sucedido a Chile y México
en el informe "Panorama de la sociedad 2014" publicado recientemente por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
Pese a que los únicos dos países latinoamericanos miembros de la OCDE se
diferenciaron de los otros integrantes y, al igual que Latinoamérica en
general, han logrado reducir la desigualdad de ingresos en el siglo actual,
Chile sigue siendo el país de la OCDE
con más desigualdades en los ingresos entre los ricos y los pobres,
aunque también es uno de los que han
corregido algo esa tendencia desde el comienzo de la crisis financiera
en 2007 y México el segundo. Una
prueba mas de que el crecimiento económico no asegura la distribución de la
renta y la riqueza. El coeficiente Gini de desigualdad – que representa el
nivel de distribución de ingresos, donde el 0 es que los ingresos y el consumo
están distribuidos equitativamente entre toda la población, mientras el 1
representaría una situación hipotética en la cual sólo una persona posee toda
la riqueza - es de 0,5 en Chile y 0,46 en México. En el extremo opuesto, los
países con menos desigualdades son Islandia (0,24), Eslovenia (0,25), Noruega
(0,25) y Dinamarca (0,25).
Si comparan ambos países de la Alianza del Pacífico – a la que también
pertenecen Colombia (0,53) y Perú (0,44) – con sus vecinos latinoamericanos, la
situación no es tan dispar: Argentina (0,46) y Brasil (0,55), según el mismo
informe. Ecuador esta en 0, 44, Uruguay en 0, 38, Venezuela en 0,4 y Paraguay
en 0,54, según el Panorama Social 2013 de la Comisión Económica paraAmérica Latina y el Caribe (CEPAL)
Chile es de los países que más subió en ingreso per cápita y
poder adquisitivo, pero sus cifras siguen muy por debajo del promedio de la
organización y supone el 60 % del nivel medio. A una distancia de US$4.000 de
Portugal, el país "más pobre" dentro de los desarrollados y que
justamente por ocupar este último lugar, su nivel es considerado como el umbral
de ingresos de un país desarrollado, meta que Chile aspira a lograr durante
esta década. En la comparación latinoamericana, el país que ahora gobierna otra
vez la socialista Michelle Bachelet – apoyada por una coalición de
representantes que van desde la democracia cristiana, por el centro derecha,
hasta los comunistas por la izquierda – esta primero. México que presenta el
nivel de renta per cápita más bajo de la OCDE – un tercio de la media de la
organización – ocupa el sexto puesto, por detrás de Uruguay, Venezuela, Brasil
y Argentina según datos del Banco Mundial y la propia entidad.
En México, el gasto público en protección social es el más bajo de la OCDE:
supone el 7,4% del PIB, frente al 21,9% de la media. En Chile asciende a un
10,2%, lo que le sitúa por detrás de países como Cuba (que ocupa el primer
lugar), Venezuela, Costa Rica, Uruguay, Argentina y Brasil. De todos modos, la
OCDE destaca que el aumento del gasto en protección social en Chile en los
últimos años, ha sido sustancialmente mayor que la evolución de la media de sus
miembros.
El informe de la OCDE lamenta la subida del paro en México en casi 2
puntos, de un 3,8% antes de la crisis mundial de 2008/2009 al 5,2% - unos 2,8
millones de personas – en 2013, aunque sigue siendo menor al 9,1% de la media
de la organización. El pasado 18 de marzo el pleno de la Cámara de Diputados
aprobó – con 287 votos a favor, 167 en contra y tres abstenciones – otra de las
materias pendientes de México, el Seguro de Desempleo. La medida pretende
acabar con la realidad de que México es el único país de los 34 miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sin este tipo
de prestación. Para muchos expertos tan solo un cambio de rumbo de los fondos
públicos, puesto que la subvención para los trabajadores que se queden sin
empleo se creara a cambio de la disminución de otras ayudas ya existentes,
entre otras las destinadas a la compra de vivienda. Y
a la que no podrán acceder los 30 millones de personas que viven de la
informalidad sin ningún tipo de seguridad jurídica ni sujetos al pago de
impuestos.
En Chile el paro bajó del 6,7% al 6,2%, el segundo mayor descenso dentro de
la organización en este periodo, solo superado por Israel, pero por encima de
Guatemala, Ecuador o Panamá, los países que se
mantienen con la menor tasa de
desempleo de la región, por debajo del 5 por ciento y que junto a Brasil que terminó en 5,5%, son los cuatro que están
técnicamente en una situación de pleno empleo. Y si Chile – donde el
seguro es administrado por entidades publicas y privadas – encabeza la lista, junto a Uruguay y Costa Rica, del índice de trabajadores
con cobertura sanitaria, México con el 47% cierra – junto a Ecuador y Paraguay
– como farolillo rojo de América Latina en
cuanto a la protección en salud al trabajador.
Unos trabajadores para los que el salario medio real
mejoro en un 3% en Chile – como en Brasil, Uruguay y Venezuela – y en menos de
un 1% en México, al igual que en Colombia o Paraguay. En ambos países el
salario mínimo creció por debajo del 5%, un 4,0% en Chile y un 1,5% en México,
muy por debajo de 18,5% de lo que lo
hicieron en Bolivia o del 11% de Uruguay, pero por encima de la mayoría de los
países europeos, donde hay casos como el portugués o el irlandés donde permanece
congelado desde hace años, mientras crece el IPC, lo que supone una
pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores.
La confianza en el Gobierno chileno cayo más que en el promedio de la OCDE
entre 2010 logrado por un gobernante chileno. En México, la confianza en el
Gobierno de Felipe Calderón fue cayendo según pasaban los años de su mandato
(2006-2012) y acabo su sexenio con un 43% de popularidad. Con Peña Nieto en el poder la confianza de los mexicanos en
el gobierno se ha desplomado a los niveles de 2008, cuando estalló la gran recesión
y según las ultimas encuestas tan solo el 37 % de los ciudadanos confían en el presidente,
que ha perdido una gran parte de la
popularidad con la que llegó al Gobierno, y 2013, pasando de un 58% a un
32%, lo que supone también una comparación entre la primera administración de
Bachelet y la del conservador Sebastián Piñera (2010-2014) que si bien acabo su
mandado con un repunte de popularidad – acercándose al 50% - dista mucho de las alcanzada por la socialdemócrata al término de su
gobierno: 84% de celebridad, el mayor registro jamás en diciembre de 2012. El uruguayo José Mujica, una
verdadera luminaria internacional, no genera tanta devoción en su país y tras
cuatro años en la Presidencia, su gestión es valorada positivamente por menos
del 50% de la ciudadanía, índices parecidos a los de Cristina Kirchner y Dilma Rousseff, cuya forma de gobernar viene
siendo muy cuestionada en las últimos meses.
En Chile, en medio de “una
economía sana, una democracia estable y una ciudadanía empoderada y consciente
de sus derechos” (Bachelet dixit) se desarrollaba un modelo de consumo y
crecimiento, con escasa justicia social, del que millones de personas se
sienten excluidas y que la nueva presidenta tendrá que cambiar en tan solo
cuatro años. Una labor nada envidiable, aunque seguro que menos costosa que la
tarea titánica de Peña Nieto para cerrar las brechas de la desigualdad
económica y social de México.
Excelente análisis ... y triste realidad.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario Carmen, un saludo
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