El mundo desde mi mac

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domingo, 28 de octubre de 2012

La irresistible ascensión de la extrema derecha japonesa


En un país donde la xenofobia se esconde detrás de la inclinaciones y las sonrisas corteses, Shintaro Ishihara, el Jean-Marie Le Pen de la política nipona quiere convertirse a sus 80 años en la sorpresa de las próximas elecciones japonesas. Unas legislativas que en los mentideros políticos de Tokio se dan por anticipadas.

Ministro en varios gabinetes del Partido Liberal Democrático (PLD) y Gobernador de Tokio desde 1999, Ishihara ha decidido formar su propio partido, una fuerza política a la derecha de la derecha nipona.

Cada 18 de septiembre, China conmemora el aniversario de la invasión japonesa, haciendo sonar sirenas en honor de los fallecidos durante la ocupación. Un periodo recordado con humillación en la memoria colectiva china, en el que murieron mas de 300.000 personas y donde 200.000 mujeres fueron víctimas de abusos sexuales, por parte de los soldados del emperador Shõwa. Este año, Ishihara, que sigue utilizando “Shina” un término peyorativo asociado a la ocupación japonesa, para referirse a la República Popular, se ha encargado de que la conmemoración haya terminado en una crisis que a punto ha estado de acabar con la estabilidad regional.

Su anuncio de que celebraría una colecta para comprar el archipiélago de las Sensaku (ricas en recursos energéticos e intereses geopolíticos) obligó al primer ministro Noda a actuar como una especie de antiinflamatorio, adelantarse a los planes del gobernador e intentar evitar que las siempre difíciles relaciones entre los dos vecinos fueran a peor.

Con la compra, por casi 30 millones de dólares de las islas a su propietario privado (una familia japonesa), el gobierno del Premier Yoshihiko Noda consiguió desactivar los planes de Ishihara de hacerse con el archipiélago. Sin embargo no pudo evitar, ni la ira del PCPch ni que el líder ultranacionalista capitalizara en torno a su figura el contencioso territorial con Pekín, con sus constantes exabruptos contra el pueblo y los líderes chinos. Las Sensaku se convertían en un catalizador de los grupos mas nacionalistas del país del sol naciente y el viejo zorro de la política nipona aprovechaba para hacer el anuncio de su vuelta a la política nacional por la puerta grande, prometiendo en un discurso en el que por desgracia empezamos a acostumbrarnos en Europa, “restaurar la grandeza nacional”.

El autor de “El Japón que sabe decir no” (un himno al patriotismo mas ultra) fue reelegido para un cuarto mandato el año pasado y será sustituido en el piso 17 del edificio del gobierno municipal por Naoki Inose, vicegobernador desde 2007 y menos cercano a la derecha radical que representa el que hasta ahora era su jefe. Lo que puede servir para relajar el ambiente de crispación que vivía la ciudad últimamente, entre otras cosas por el empeño de Ishihara de prohibir la venta del Manga erótico (algo que solo se entiende si eres japonés) o por sus constantes diatribas en contra de los inmigrantes (en uno de los países con las leyes de inmigración mas estrictas) a los que acusaba del aumento de la criminalidad en la ciudad.

Misógino, homófobo y racista, Ishihara sabe que si los tokiatas le reeligieron poco después de considerar como un “castigo divino” el Tsunami que asoló su país en 2011 y que provocó el peor accidente nuclear de la historia, no tendrá ningún problema para ponérselo difícil al próximo ganador de las elecciones japonesas.

Es imposible que gane, pero aspira ser determinante para formar una mayoría de gobierno en la Cámara de Representantes, la Cámara Baja japonesa (donde solo 51 de sus 480 miembros son mujeres). En un país que vuelve a escorarse a la derecha, por culpa de un gobierno de izquierdas que ha decepcionado a todos aquellos que apostamos por sus promesas de cambio y sobre todo creímos que su llegada al gobierno supondría una auténtica renovación de la política nipona.

Tres años después, el PLD está otra vez a las puertas de Kantei, aunque esta vez con el permiso de la ultraderecha de Ishihara y los que decidan sumarse a su proyecto. Y parece que candidatos no le van a faltar. El SPJ (Partido del Sol del Japón) liderado por el revisionista Takeo Hiranuma ya le ha dado su apoyo. Ichiro Ozawa un “shogun” de la política nipona y auténtico experto en travestismo político pudiera ser otro de los que se suba al carro, intentando garantizarse el cargo que no tuvo con el PDJ.

Pero lo que de verdad debería de preocupar en las cancillerías extranjeras, sería un acuerdo entre Ishihara y Toru Hashimoto, alcalde de Osaka (la tercera ciudad del país) una mezcla de umberto Bossi fundador de la Liga Norte italiana y Paul Ryan compañero de ticket de Rommey en las próximas elecciones norteamericanas. En una ciudad que pasa por sus peor crisis económica y social, donde cunde la decepción con la política tradicional, Hashimoto abogado de 43 años, ofrece las típicas pseudo recetas de la ultraderecha, que aunque no resuelven nada, sirven como válvula de escape momentáneo para la frustración del pueblo con las fuerzas políticas de siempre.Y está dispuesto a repetir a nivel nacional su éxito a nivel local, que según las encuestas podría traducirse en 60 asientos para el Nippon Ishinno Kai, la marca nacional de su partido.

Aunque difieren en asuntos importantes, como la política nuclear de la que Ishihara en un firme defensor y ante la que Hashimoto se muestra mucho mas ambiguo, seguramente les pueda mas la ambición y acaben formando una alianza que altere la composición del parlamento japonés tanto como el vuelco electoral de hace cuatro años cuando, por primera vez en 54 años, la izquierda arrebataba el poder en las urnas al Partido Liberal Democrático.

1 comentario:

  1. Dices solo 51 de 480? te parece poco? creo que hay más mujeres allí que en el parlamento español, por norma general también influye en que las mujeres no se meten en política.

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