El
candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Rommey anunciaba
la semana pasada que Paul Ryan, héroe ideológico de la ultraderecha
norteamericana, era el elegido como su aspirante a la vicepresidencia. El lugar
de la presentación, Norfolk, Virginia, frente al portaaviones USS Wisconsin. Como si se tratara de una
metáfora de la campaña electoral que nos espera.
El
mayor impulsor de la candidatura de Ryan ha sido el Tea Party, un movimiento
anti-sistema y anti-Washington, con una bases muy críticas con los centros de
poder político y con los políticos en general, que ha obviado que el compañero
de fórmula de Rommey es un profesional de la política, un veterano del Congreso
y de la capital federal norteamericana, donde lleva desde sus tiempos de
estudiante.
Los
del Tea Party, exactamente igual que el Partido Republicano, con los que
comparte la mayor parte de su ideario político, están en contra del derecho al
aborto, de la reforma sanitaria, de los colectivos sindicales y de todo lo que
suene a público. Pero los ultraconservadores reprochaban a Rommey y a los suyos
que hubieran dejado de lado la economía para centrarse en estas causas
sociales.
Con
el congresista por Wisconsin en el ticket de la candidatura republicana, el Tea
Party convierte la política fiscal y los recortes al gasto del gobierno en el
eje principal de la guerra electoral. El predicamento económico de Ryan es
extremadamente popular entre las bases del movimiento ultra y tiene el
potencial de movilizarlas como no lo hubieran hecho otras candidaturas
consideradas menos ortodoxas por los grupos de presión-económicos, financieros
y mediáticos-afines a la ultraderecha norteamericana.Tim Pawlenty exgobernador
de Minnesota o Susana Martínez gobernadora de Nuevo México que estuvieron en la
terna, fueron descartados. La Americans For Prosperity quería a uno de los
suyos
Nació
en 1970 en una familia de clase media alta de Janesville,
Wisconsin y se licenció en Economía y Ciencia Política en la
Universidad de Miami, Ohio. A diferencia de muchos de sus correligionarios y
del propio Obama, Ryan no es un hombre de la elite de la “Ivy League”. En
1991, recién Licenciado, llegó a Washington para trabajar en el Capitolio como
becario en la oficina del senador republicano Bob Kasten. El desde hace un
tiempo habitual de la exclusivas conferencias de los hermanos Koch-dueños de la
segunda compañía privada del país- recuerda continuamente que durante sus años
al lado del senador por Wisconsin tuvo que compaginar varios empleos para poder
subsistir, entre ellos el de camarero o el de entrenador personal. Está claro
que ni servir tortillas ni recoger toallas sudadas no despertaron ninguna
conciencia social en Ryan.
Cuando Kasten perdió las elecciones, pasó a trabajar
para Jack Kemp como redactor de discursos; mas tarde, en Emporwer América,
organización creada por el antiguo jugador de la NFL y embrión de la actual
FreedomWorks. Para entender a Ryan es necesario entender al líder moral de los supply-siders, al que el candidato a la
vicepresidencia considera su mentor en política, aunque sus opiniones en cuanto
a impuestos, recortes y el papel del gobierno no siempre fueran coincidentes.
En 1999, con 28 años, ganaba su propio asiento en el
Congreso norteamericano por el primer distrito de Wisconsin. Lo hacía
representando a esa parte del electorado que cree que América es un país
fundado sobre un ideal y que los derechos de sus ciudadanos vienen de la
naturaleza y de Dios y no del Gobierno. El discurso tuvo lugar en los juzgados
de la ACLJ (American Center for Law and Justice) de la que Ryan es uno de sus
principales asesores.
En los primeros años en la Cámara de Representantes
Ryan no destaca, vota lo que manda el partido, que incluye el sí a dos guerras,
Irak y Afganistán con un coste de 1, 3 billones de dólares para las arcas
americanas-por no hablar del costo humano-. En 2006, cuando los republicanos
pierden el Capitolio, Ryan es nombrado líder de la minoría conservadora en el
Comité de presupuestos y empieza a posicionarse entre los republicanos, que aun
así un año después votan mayoritariamente en contra del primer presupuesto que
presenta, al considerarlo demasiado radical.
Es en 2008, cuando Ryan empieza a ser conocido para
los votantes americanos.Vota a favor del plan de rescate financiero presentado
por George Bush, que después de ser revisado en el Senado es aprobado en el
Congreso con 108 votos negativos de la bancada republicana. Ryan cumplía las órdenes
de sus amigos los banqueros y además sin traicionar a sus compañeros del emergente,
Tea Party, que mayoritariamente echan la culpa de la crisis de las hipotecas al
Congreso, no a los bancos. Una doble pirueta reflejada por Michael Moore en su
película, Capitalismo: Una historia de
amor.
En 2009, Obama presenta su plan de reforma sanitaria
y entonces llega el momento de Ryan.Su oposición radical al proyecto y un
discurso de guerra en contra de la Affordable Care Act ( nombre oficial de la
Ley) y en especial del “mandato individual”, auténtica obsesión del Tea Party, pronto
le convierte en un líder entre el electorado del movimiento ultra. La
“Obamacare”, como despectivamente la llaman los republicanos, declarada
constitucional por el Tribunal Supremo hace apenas dos meses, le sirvió a Ryan
para escalar a los primeros puestos en el escalafón republicano.
El resto lo hizo la Casa Blanca.El presidente y los
suyos le otorgaron la condición de adversario y terminaron por convertir a Ryan
en un símbolo para el partido republicano. En 2010, los republicanos
recuperaron el control de la Cámara de Representantes con un buen número de
congresistas del Tea Party en sus filas, que pronto se convirtieron en un constante
dolor de cabeza para los líderes conservadores. La propuesta presupuestaria de
Ryan, apacigua a los ultraconservadores, pero convierte a Ryan en el enemigo a
batir por parte de La Casa Blanca. Se convierte en la diana donde Barack Obama clava
sus dardos en contra de los planes republicanos en materia fiscal. De ahí, al
apoyo total de las bases republicanas, solo había un paso.
Creo que estas elecciones los demócratas acabaran
arrepintiéndose de haberle dado tanta fama; la estrategia fue errónea, sabiendo
que la propuesta del congresista, su razón de ser desde 2007, nunca llegaría a
ningún sitio -para suerte del pueblo americano- con una minoría republicana en
el Senado y el veto seguro de Barack Obama.
Una propuesta tan radical, de la que hasta Rommey
trata de distanciarse en la campaña electoral, de su número dos. Una campaña
electoral, mucho mas interesante desde que conocimos el nombre del
vicepresidenciable. Y aunque no debemos olvidarnos que el rival es Mitt Rommey,
tampoco que su segundo, Paul Ryan, no es Sarah Palin.