El mundo desde mi mac

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jueves, 20 de septiembre de 2012

La mujer que decide el futuro de Escocia


La semana pasada, la manifestación de la Diada reunió en Barcelona a centenares de miles de personas procedentes de toda Cataluña. Una gran representación de la sociedad civil catalana marchando bajo el lema Cataluña, nuevo estado de Europa para la que la única solución a los problemas de Cataluña pasa por ser un Estado mas en la Unión Europea. Demasiado tarde para otra cosa.

Manifestantes catalanes que miran con envidia sana el referéndum de independencia convocado por Alex Salmond, ministro principal y líder del gobernante Partido Nacional Escocés (SNP). Un referéndum que se encargara de preparar y negociar Nicola Sturgeon, viceprimera ministra escocesa, que salió muy reforzada en la remodelación ministerial que Salmond llevó a cabo hace escasamente dos semanas.

Nacida en 1970 en Invirne y Licenciada en Derecho por la Universidad de Glasgow, la adjunta de Salmond y líder de los diputados del SNP, pertenece a la generación de escoceses que crecieron durante los “días oscuros de la era Thatcher”. Años de agitación social, en los que se despertó en Sturgeon la pasión por la política y una vocación de servicio a los menos favorecidos, las mujeres y las minorías.

Con 16 años se afilió al SNP y con 29, un 12 de Mayo de 1999 ocupaba un asiento en un Parlamento escocés que volvía a convocarse trescientos años después. Un día de muchas emociones para Sturgeon, que volverían a repetirse cinco años después, cuando Alex Salmond y ella se hacían con el control de un SNP en crisis, tras la dimisión de John Swinney a raíz de los malos resultados en las elecciones europeas. La decisión de Sturgeon de renunciar a liderar el partido y unirse al ticket de Salmond se demostró todo un acierto y hoy en día forman una de las ‘parejas’ mas estables y fructíferas de la política europea.

Con Salmond en la Cámara de los Comunes, Sturgeon se convirtió en líder del SNP en Holyrood y la recompensa a los tres años al frente del grupo parlamentario le llegaría en 2007. El SNP ganaba las elecciones, Salmond era nombrado primer ministro y Sturgeon, la número dos del gobierno y Secretaria del Gabinete de Salud y Bienestar (el equivalente a Vicepresidenta para asuntos de Salud y Bienestar).

Cinco años en los que Sturgeon ha gestionado con eficacia la salud pública y la política social del gobierno escoces; a diferencia de su colega inglés Andrew Lansley, el Secretario de Salud del Gobierno británico, sólo tiene competencias en Inglaterra, que fue cesado por Cameron el mismo día que Salmond remodelaba su gabinete.

Con Londres arañando el presupuesto cada año que pasa (no hay que olvidar que todos los gastos de el gobiernos escocés dependen completamente de Downing Street) Stargeon ha resistido las presiones de Westminster para la privatización de la sanidad y abandona su despacho en el ministerio con el proyecto de ley que permitirá casarse a las parejas homosexuales. El gobierno de Alex Salmond se adelanta así, a los planes anunciados por Cameron en el mismo sentido y Escocia se equiparará a otros países de la Unión Europea como España, Bélgica o Suecia. Alex Neil, nuevo responsable de Salud será el encargado de sacar adelante el proyecto.

Un año después de que los nacionalistas consiguieran un histórico triunfo en las elecciones autonómicas, Salmond ha reorganizado el gabinete y Sturgeon ocupa ahora un macroministerio que agrupa áreas que van desde las infraestructuras al control de los fondos europeos o la coordinación del gobierno. Pero sobre todo, centrará su esfuerzo en poner en marcha el proyecto estrella del ejecutivo y el SNP. El referéndum de independencia convocado en otoño de 2014, el “Si, nosotros podemos” que los nacionalistas hicieron suyo mucho antes que Obama, que puede llevar al Reino Unido a su mas importante crisis institucional de la historia reciente y convertirse en un precedente para otras naciones similares dentro de la Unión Europea.

El 10 de Downing Street sabe que, hoy por hoy, los sondeos no auguran una mayoría a las tesis independentistas y Cameron quiere acelerar los plazos de la consulta para evitar que la gestión eficaz de los nacionalistas en el gobierno propicie el cambio de opinión en la ciudadanía escocesa. El primer ministro inglés quiere que el plebiscito se celebre lo antes posible, pero Alex Salmond ha dejado claro que lo hará coincidir con la conmemoración de los 700 años de la batalla de Bannonckburn por la independencia. El SNP y el gobierno están además totalmente de acuerdo en que la papeleta plantee una tercera opción: el Devo-max o indy lite, autonomía fiscal absoluta. En contra de la propuesta británica que quiere un sí o un no, porque consideran que ante tal disyuntiva, los escoceses no optarían por una opción tan “radical” como la ruptura total con Londres.

La negociaciones entre Londres y Edimburgo van a ser muy duras y complicadas. La fecha y la formulación de la consulta son solo una parte del plebiscito que Sturgeon y Michael Moore su homólogo inglés ya han empezado a discutir.


Sturgeon lleva años consolidando su poder en el Gobierno y en el SNP y la decisión de Salmond de otorgarle el mandato de negociar el desafío mas importante al que se enfrenta la nación escocesa desde hace tres siglos refuerza la idea de que será su sucesora al frente del gobierno y del partido en un plazo no muy largo. Seguramente Salmond vea reencarnado en ella, el espíritu de lucha de sus compañeras del “Grupo del 79”.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Meles Zenawi, muere el "tigre" de África


Hasta el último momento quiso dejar claro quién mandaba en Etiopía. Desde la cama de un hospital belga, con toda la prensa amordazada, Internet controlado y una ley antiterrorista que facilita el encarcelamiento de periodistas que especulen sobre salud, a Meles Zenawi no le fue difícil retrasar la publicación de su obituario.

El exguerrillero, nacido en una familia de clase media de Adwa, provincia de Tigris, fallecía a los 57 años, afectado de una enfermedad en el estómago. Llegó al poder en 1991, con 36 años y como líder del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope(FDRPE), una alianza del Frente de Liberación del Pueblo Tigray (FLPY) con otros grupos rebeldes de etnia diferente, formada dos años antes, con el objetivo común de acabar con la dictadura militar de Mengistu. Ponía fin así a diecisiete años de guerra de guerrillas que causó tantas o mas muertes que la lucha contra el régimen Derg.

Zenawi fue presidente interino hasta 1995, durante los cuatro años que duró la transición de la “Etiopia Tikdem” de los militares a la que se dictaba desde el Woyin, órgano oficial de los rebeldes. En 1993, Eritrea proclamaba oficialmente su independencia y en 1994 se celebraban elecciones a una Asamblea Constituyente, en las que el FDRPE se hizo con 484 de 547 escaños, en medio de acusaciones de fraude y boicoteadas por parte de una oposición formada por mas de cien partidos políticos, la mayoría de base étnica y muy poco recorrido político.

La respuesta de Zenawi y sus aliados a las acusaciones de manipulación, llegaba un año después. Se hacían con 483 de los 548 asientos del Consejo de Representantes, la Cámara legislativa que sustituía a la constituyente. Una aplastante victoria, que consiguió el visto bueno de los observadores internacionales y en la que la oposición negó la legitimidad de las nuevas instituciones. Se ponían fin a cuatro años de transición, Zenawi era nombrado primer ministro de una Etiopia Federal y su hasta entonces, ministro de Información, Negasso Gidada le sustituía en una presidencia con nada o poco poder político.

El exguerrillero seguía conservando todo su poder, gobernando Etiopía con mano de hierro, nada que ver con el líder Sudafricano, Nelson Mandela, con quien algunos se empeñaron en compararle. Las elecciones celebradas cada cinco años han sido una farsa, con todos los escaños del actual parlamento controlados por la coalición gubernamental o las anteriores de 2005, que acabaron con 200 manifestantes fallecidos y mas de 800 militantes de la opositora Coalición para la Unidad y la Democracia (CUD), condenados a cadena perpetua por cargos de traición.

Zenawi, marxista convencido durante sus años de lucha, se convirtió una vez llegado al gobierno, en el principal aliado de Occidente en el Cuerno de África. Estados Unidos y sus aliados se conformaban con la apariencia democrática instaurada por el primer ministro y el FDRPE, mientras les sirviera a sus intereses en la zona.

Zenawi era recibido en los despachos de los líderes mundiales y puesto como ejemplo de gobernante para el resto del continente, mientras el Consejo Etíope de Derechos Humanos (EHRCO) o HumanRights Watch denunciaban la grave situación de los derechos humanos y las minorías étnicas o la ausencia de libertades en el país, aun más recortadas desde la polémica ley antiterrorista de 2009, que el Ejecutivo ha usado para acusar de traición a cualquier miembro de la oposición que tuviera cualquier tipo de contacto con algún grupo considerado terrorista por el gobierno o para encarcelar a los periodistas críticos con el gobierno.

Y en nombre de la seguridad nacional, el ejecutivo de Meles Zenawi practicó de manera generalizada la detención y expulsión de personas de origen eritreo, durante y después de lo que en 1998 empezó siendo una “pelea de familia” con la recientemente independizada Eritrea. Esta acabó convirtiéndose en una guerra total que duró hasta 2000, con casi 100.000 fallecidos entre ambos bandos y cerca de millón y medio de desplazados.

Una crisis militar y humanitaria, que llegaba al mismo tiempo que los primeros índices positivos para la economía etíope. Después de años en las que ninguna política económica dio resultados, como consecuencia de una guerra civil y de una sequía recurrente que dejó cerca de un millón de muertos y que empezaba a crecer por encima de los dos dígitos con la llegada del nuevo milenio, dejando atrás a sus países vecinos. Unos índices de crecimiento envidiables para cualquier país occidental, pero que no evitan que la Etiopía que deja Zenawi siga siendo uno de los países mas pobres del mundo y con uno de los peores índices de desarrollo humano, debido a una economía con un excesivo peso del sector agrícola, muy dependiente de las crisis alimentarias y de la ayuda exterior con la que el gobierno ha financiado gran parte de las infraestructuras del país, gran baza electoral de Zenawi en los últimos años.

Millones de dólares en ayuda al desarrollo que, por parte de los Estados Unidos crecía al ritmo que aumentaba la implicación de Etiopía en la lucha contra el extremismo islamista en la región. En 2006 desde Washington se alentaba a Zenawi a la invasión de una Somalia que recordaba cada vez mas a la Afganistán de los talibanes, que sin embargo estuvo a punto de convertirse en el Irak etíope, porque por mucho que Zenawi intentara venderlo como una fuerza de apoyo a unas autoridades reconocidas  por la comunidad internacional, en el mundo musulmán se tomó como una ocupación por parte de un país de mayoría cristiana en la que los musulmanes sufren el hostigamiento y la represión continua por parte de su gobierno. Por eso, no extrañaron las manifestaciones de alegría de los muyahidines de Al-Shabab, al conocer la noticia de la muerte de Zenawi, mientras Benedicto XVI, entre otros muchos líderes expresaba sus condolencias por el “repentino” fallecimiento del primer ministro etíope.

Un jefe de gobierno que dejaba todo atado y bien atado para sus herederos políticos: Hailemariam Desaleng, viceprimer ministro y sustituto natural, Tewodros Adhanom, ministro de Salud desde 2005, Alemayehu Atomsa, líder de la Oromo People´s Democratic Organizatión (OPDO), partido aliado del gobierno y defensor de los oromo, etnia mayoritaria del país y Azeb Mesfin, excombatiente, parlamentaria y viuda de Zenawi, que en los últimos años había acentuado su propio perfil político mas allá del de Primera Dama, en la línea de la ugandesa Janet Museveni.

El sábado pasado, en el funeral de Estado celebrado en honor de Zenawi en la Catedral de la Santísima Trinidad de Addis Abeba, solo Hailemariam Desaleng habló en nombre del Gobierno, aunque la historia etíope ha demostrado que precisamente las palabras no son garantía para llegar al poder.