En el mismo Salón de Honor del Congreso donde su padre –
Salvador Allende Gossens – asumió como Presidente de la República en 1970,
la tercera hija del matrimonio de Salvador Allende y Hortensia Bussi, la
senadora Isabel Allende Bussi, se convirtió hace pocos días en la primera mujer
en asumir la jefatura del Partido Socialista (PS) en sus 82 años de historia
local. Fue una ceremonia cargada de simbolismos donde la parlamentaria recordó
constantemente al presidente que ha marcado a fuego y sangre la historia del
pueblo chileno.
Nacida en Santiago
de Chile hace 70 años, Isabel Allende, llegó a la presidencia
cultivando un perfil dialogante, abierto y conciliador y levantando la bandera de incondicionalidad hacia el
Gobierno de Michelle Bachelet, también militante socialista desde su juventud.
La parlamentaria reiteró el apoyo hacia la presidenta y su compromiso hacia un
“proceso constituyente”, con que el Ejecutivo de la Nueva Mayoría – la coalición
política que marco el fin de la Concertación y el nacimiento de un nuevo
referente político amplio de centroizquierda – pretende poner en
marcha una nueva Carta Magna que reemplace a la de Pinochet de 1980. Pero a
pesar de sus reiterados apoyos a la presidenta, la llegada a la presidencia del
partido de Allende coincide con una tensa relación con el gobierno, después de la traumática
pérdida de dos ministros en el último cambio de gabinete. Las salidas de
Alberto Arenas de Hacienda y de Álvaro Elizalde de la secretaria general del
gobierno (que ejerce funciones de portavoz del Gobierno) fueron un golpe duro
de asumir para los socialistas. De hecho, muchos vieron en la disminución de la
presencia del partido en el gabinete un golpe directo a la recién electa
presidenta.
El triunfo de la senadora por Atacama en las internas
socialistas del pasado abril fue una sorpresa en la política local. Superó las
expectativas en todo sentido. Tanto por la cantidad de militantes que llegaron
a votar – cerca de 25 mil, superando todo pronóstico – como por la
abrumadora mayoría individual que obtuvo. Medía fuerzas con un dirigente
histórico, Camilo Escalona, impulsor de los inicios de Bachelet y compañero en
la clandestinidad durante la dictadura al que se impuso por mas de 7000 votos
de diferencia.
Desde el retorno a la democracia en 1990 Allende ha
estado en primera línea tanto desde sus cargos en el Parlamento como en el
partido. En marzo de 2014 se convirtió en la primera mujer en asumir la
presidencia del Senado, un puesto que su padre tuvo entre 1966 y 1969, antes de
llegar a ser presidente en su cuarto intento. Hace algunas semanas una encuesta
política del Centro de Estudios Públicos (CEP) la señaló como la política mejor
valorada del oficialismo – con un 45 por ciento de menciones positivas,
superando a Marco Enríquez-Ominami y los ex Presidentes Ricardo Lagos y
Sebastián Piñera – como de la oposición. Aunque
Allende ha evitado referirse a un futuro presidencial, en las filas socialistas
se comenta un escenario evidente: si en este momento el oficialismo celebrara
primarias para elegir a su candidato para las elecciones de 2017, con
probabilidad la elegida sería la hija del expresidente. Sera clave la
estrategia electoral que elabore al mando del PS, pensando en el primer desafío
que tiene que afrontar, las municipales del próximo año. En dicho plan, su
figura puede ser fundamental para apuntalar a los candidatos a alcaldes y
concejales y en consolidar su opción como principal figura de la izquierda
chilena.
En Chile han explotado liderazgos femeninos muy
importantes en los últimos tiempos. En 2012 Maya
Fernández – nieta de Allende – Carolina Tohá y Josefa Errázuriz fueron la
sorpresa de las elecciones municipales al arrebatar el puesto a veteranos
alcaldes de la derecha, una gran derrota para el entonces presidente Piñera y quizá
el preludio de la caída del centro-derecha en las generales de 2013 en las que
se impuso La Nueva Mayoría. En marzo de 2014 la
presidenta Bachelet comenzó su segundo período, después de haber vencido
con el porcentaje de votos más alto cosechado por ningún presidente desde el
retorno de la democracia. La principal
multisindical del país, la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), está
liderada desde hace tres años por la comunista Bárbara Figueroa, y la
estudiante de arquitectura Valentina Saavedra, es la presidenta de la principal
federación de estudiantes de Chile, con la reforma educativa convertida
en columna clave de la administración de Michelle Bachelet. Pero la representatividad política femenina sigue siendo
baja: las mujeres apenas alcanzan un 16% de la Cámara de Diputados y del Senado,
un 13% de las alcaldías y un 25% de las concejalías y, de los 23 asientos del consejo
de ministros, sólo siete están ocupados por mujeres.
* La imagen proviene de la página del sitio de Historia Politica de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
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